martes, 22 de noviembre de 2011

No quedan principes azules



Me siento como si hubiera tomado la pócima empequeñecedora de Alicia en el País de las Maravillas, o tal vez le hubiera propinado un mordisco con ganas a la manzana de Blancanieves. Sea como sea, esto es el mundo real. Aquí no hay cuentos que finalizan con los protagonistas comiendo perdices; aquí hay 3x2 y ofertas, y problemas para llegar a fin de mes. Probablemente, si los siete enanitos viviesen estos tiempos que corren, no podrían cantar en fila mientras terminan una jornada de trabajo; porque, lo más seguro, es que formasen parte de otra cola, la del paro. Ni Gepetto, habría creado a Pinocho; ni Cenicienta calzaría zapatos de cristal, la historia sería distinta con zapatos de mercadillo. Heydi no podría corretear por los valles que están siendo víctimas de talas masivas e incendios provocados, ni la Sirenita podría surcar los mares sorteando la basura y los líquidos nocivos que se vierten a los océanos. A los niños de hoy en día ya no se les asusta con el ''que viene el coco'', ni les afectaría el fin de la serie de Doraemon; no. Hoy, lo que más les preocupa es tener el móvil bien cargadito y con cobertura para poder mandar ''What'sapp'' a alguien a quien probablemente ni saludan por la calle. Hoy, nos hacemos mil cuentas que nos encubren la personalidad, cuando deberíamos abrir una en una vieja red social llamada ''VIDA''. Se dedican a resolver conflictos en la ''play'', cuando los más importantes surgen cuando apagan el aparato, ahí fuera.

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